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Hasta que llegábamos al tema de la probabilidad. Ahí ya no entendían nada. “¿Cómo podemos estudiar probabilidad, azar, en Matemáticas?”, decían con el ceño fruncido. ¡Y yo deseando que llegara ese tema para expandir toda mi sapiencia emocional! Deambulaba por la zona de la pizarra y movía las manos como una maga que esconde la tiza entre los dedos para que disfrutaran del arte y el misterio de lo que les iba a enseñar; y, a día de hoy, sigo contándolo con las mismas palabras que hace seis años, cuando solventé cómo introducir un tema tan indecoroso para esas jovencísimas mentes encajadas (porque el sistema las prepara para ser cuadriculadas, aunque menos mal que aún sobreviven las disciplinas artísticas, literarias y filosóficas…).
-¿Para qué sirve la probabilidad? -les pregunto-. ¡Para nada! -contesto yo misma muy seria. Y luego les miro con una sonrisa astuta y levanto las cejas. En ese instante, el alumno sospecha cualquier cosa, pero no sucede nada.
Y es que la probabilidad, en sí, no sirve para nada; te ofrece un número a partir del cual TÚ tomarás una decisión. Es más probable que suceda “A” que “B”, pero eso no significa que “A” llegue a suceder. Y les pongo un ejemplo:
La probabilidad es solo un número
-Hace algunos años vi una noticia en el telediario que contaba cómo una actriz famosa había decidido extirparse los ovarios y los senos para minimizar la probabilidad de sufrir cáncer. Tenía antecedentes familiares, y al hacerse unas pruebas preventivas (ya que no padecía ninguna enfermedad en ese momento) los resultados fueron 85% de probabilidad de padecerlo en el útero y 50% en el pecho. ¿Qué harías tú? -les pregunto justo ahí, interrumpiendo la tensión de la historia (soy muy expresiva cuando doy estas minicharlas).
Todos me contestan que lo mismo que ella, y entonces me ofusco.
-¡¿Cómo?! -les exhorto sorprendida y decepcionada- ¡No tienes ninguna enfermedad!
-¡Ya! Pero es muy probable que la tenga.
-¡Es probable, pero no la tienes! Te estoy hablando desde la realidad y tú decides a partir de un supuesto que no está sucediendo, que aún no ha sucedido y que puede que no suceda nunca. Sólo es una probabilidad, no una condena a muerte. Esta mujer podría vivir toda su vida sin la enfermedad porque a día de hoy no la tiene, y existe un 15% de no padecerla nunca, y eso también puede suceder. Sólo es un número y no representa nada hasta que tú le des significado al escoger la dirección de tu vida a partir de él.
-Pero me preocupa, y si puedo quitarme ese peso de encima, lo haría -contestan muy metidos en el papel, como si esos números fueran suyos y quisieran mi aprobación para entrar a quirófano-. Y tú, ¿qué harías? -me preguntan ahora ellos a mí.
-Me preocuparía, ¡claro! Pero modificaría mi vida para mantenerme en la probabilidad buena, dentro de mis posibilidades; adquiriendo hábitos saludables, nuevos o mejorando los actuales, y haciéndome revisiones más a menudo; y si finalmente un día apareciese, entonces, actuaría porque estaría enfrentándome, ahí sí, a una realidad y no a un fantasma.
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La probabilidad nos acompaña toda la vida
Estos chicos afrontan la probabilidad, por primera vez, a los quince años; y es primordial que entiendan que todo es probabilidad también en la vida. La consecuencia de cualquier situación a la que se enfrenten en el futuro se resume en decidir: “Aquí tienes estos números, ahora tú escoge; no te aseguro nada”. Deben aprender a vivir en la incertidumbre, aunque me gusta que lo entiendan como vivir en el maravilloso enigma que es la vida; y que ellos son los que diseñan su camino mediante las decisiones que irán tomando en cada circunstancia que se les plantee. ¡Se han hecho mayores!
Extracto del libro No me preguntes más, cuéntamelo todo 01, de Encarni Moreno Zambudio.
Odié la probabilidad hasta que me la explicaste tú ?
¡Qué maravilla! Los ojos con los que me miras también hicieron mucho para que cambiara tu punto de vista hacia la Probabilidad.
Gracias por tu comentario.
Besos
Cuánto me acuerdo de cuando nos embarcamos juntas en el tema de la probabilidad. Recuerdo que yo siempre pesimista ante las matemáticas siempre te decia. -y esto ¿Para qué sirve?. Y respondias, para nada. Lo mismo que en este post.
Realmente si que sirvieron para algo sirvieron para pensar y agilizar la mente. Además de pasar unas estupendas tardes contigo. Porque no solo nos enseñabas mates si no muchas otras cosas que por nuestra inmadurez no nos dábamos cuenta alguna de ello.
Fue un placer darte clase.
Muchas gracias por tu comentario.
Besos
Estoy convencido de que lo haces estupendamente. Además, todo el bien que haces te será, generosamente, compensado. ¡¡¡ Ánimo !!! Mucha gente te necesita y tú sabes responder. Besos
Muchas gracias por tu confianza.
Besos